HOJA DE PROMO


No es casual que en su blog, Dos Gajos se presenten mediante un breve vídeo en el que les vemos entrar en plano, sentarse a sus instrumentos (Esperanza a la batería, JC a la guitarra) y contar cuatro compases. Como si dos tripulantes entrasen a la cabina de un vehículo, se arrellanaran en sus asientos justo antes de arrancar, y de que el obstinado zumbido del motor domine desde ese instante la travesía.

El vehículo que Dos Gajos pilotan es una improbable mezcla entre el tren de mercancías que pasaba por Bakersfield y Nashville, y el Opel que condujera Syd Barrett. Del primero aprovechan la fórmula: la tozudez del ritmo constante, el pizzicato de la guitarra…del segundo, el zanganeo residual de un tornillo suelto. 

En la cabina también hay discos, que Dos Gajos pinchan durante el trayecto: Marc Ribot, Tom Waits, Elizabeth Cotten, Beat Hapenning…también algunos de mambo, calipso e incluso de los 3 Sudamericanos. Las maracas acompañan a tiempo el ritmo de la maquinaria, induciendo pensamientos en bucle a los tripulantes.

Como voces en off, JC y Esperanza cantan letras ensimismadas, circulares. No describen una sola imagen, un solo paisaje o narración externa; más bien transcriben el rumor de un pertinaz monólogo íntimo plagado de elucubraciones e incertidumbres. “El bicho” que tienen dentro les dicta la letra de “obstinación”, “el tiempo pasa”, “qué le doy”, “más cordura” o “flashback blues”. Como en pregones de son cubano o en estribillos de canciones infantiles, las palabras se repiten, las frases reaparecen con leves diferencias. Las dudas se recrean sin resolverse, varadas en insalvables huecos de la personalidad. Especialmente notable es el modo en que Dos Gajos emplean la adusta voz de él y la precisa y brillante de ella, estableciendo una alternancia que, contra la convención, no sugiere una conversación entre dos personas: aquí asistimos a la deriva afectiva de un único ente pensante que reorienta sucesivamente su afección, tratando de manejarse en una “sinrazón” en la que por otra parte, parece sentirse cómodo. Los cantantes son, en Dos Gajos, puntos de vista.

Con las mínimas herramientas sonoras, y una producción tan espontánea y natural como intrigante (marca de la casa de Rafael Martínez del Pozo), el primer disco de JC y Esperanza atraviesa la neurosis y el hastío adulto con humor, con un traqueteo saltarín e ingenuo. Dos Gajos es, en definitiva, toda una fórmula, solo igual a sí misma; un vehículo incombustible, construido para durar.


Javier Aquilué Laliena 
(Kiev Cuando Nieva, Tresestrellas)